El primer amor de Dios
Conocer el corazón de Dios significa anunciar y revelar con fuerza, radicalmente y con fidelidad que Dios es amor y solo amor, y que cada vez que el miedo, el abandono o la desesperación comienzan a invadir el alma humana, eso no es algo que proceda de Dios. Esto suena muy sencillo y quizá hasta trivial, pero muy poca gente sabe que son amados incondicionalmente y sin límites.
Este amor incondicional y sin límites es lo que el evangelista Juan llama primer amor de Dios: «Amemos […] porque Dios nos amó primero» (1 Jn 4,19). El amor que suele dejarnos con dudas, frustrados, enfadados y resentidos es el segundo amor, es decir, la confianza, el afecto, la simpatía, el ánimo y el apoyo que recibimos de nuestros padres, profesores, cónyuge y amigos. Todos sabemos lo limitado, quebrantado y frágil que es el amor. Tras las múltiples expresiones de este segundo amor está siempre el riesgo del rechazo, la retirada, el castigo, el chantaje, la violencia e incluso el odio…
La buena noticia fundamental es que el segundo amor es solo una reflexión fragmentada del primer amor, y que el primer amor nos lo ofrece un Dios en el que no hay tinieblas. El corazón de Jesús es la encarnación del primer amor sin sombras de Dios.
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