
El amor da sus frutos
A pesar de mis buenas intenciones, siempre me encuentro luchando para adquirir más poder. Cuando doy algún consejo, quiero saber si se ha seguido; cuando ofrezco mi ayuda, quiero que me den las gracias; cuando presto dinero, quiero que se utilice a mi manera; cuando hago algo el bien, quiero que se me recuerde. Puede que no me erijan una estatua o no coloquen una placa conmemorativa en mi honor, pero vivo constantemente preocupado porque no me olviden, por permanecer de algún modo en el pensamiento y en los actos de los demás.
Sin embargo, el padre del hijo pródigo no vive preocupado por sí mismo. Su vida, llena de tantos sufrimientos, le ha convertido en un hombre que no siente ningún deseo de controlar. Sus hijos son su única preocupación; quiere entregarse completamente a ellos, y por ellos se desborda por completo.
¿Soy yo capaz de dar sin pedir nada a cambio, amar sin poner condiciones a mi amor? Cuando pienso en mi necesidad de que se me reconozca y de que se me valore, me doy cuenta de que tengo una dura batalla que librar. Pero también estoy convencido de que cada vez que consigo vencer esta necesidad y actúo libremente puedo confiar en que mi vida es verdaderamente capaz de dar los frutos del Espíritu de Dios.
Explorar Todas las Meditaciones
Comentarios de nuestros subscritores de las Meditaciones diarias.
Inscríbete para recibir las meditaciones diarias GRATIS.

Ayudar a compartir la visión espiritual de Nouwen
Al apoyar económicamente a la Sociedad Henri Nouwen, nos apoya a ofrecer inspiración, consuelo y esperanza a personas alrededor del mundo. Gracias por tu generosidad y compañerismo.