Señor, ¿a quién voy a desear sino a ti? Eres mi Señor, Señor de mi corazón, mente y alma. Me conoces de pies a cabeza. En ti y por ti, todo lo que existe tiene su origen y meta. Abarcas todo lo que existe y cuidas de ello con divino amor y compasión. ¿Por qué, entonces, sigo esperando la felicidad y la satisfacción fuera de ti? ¿Por qué sigo relacionándome contigo como con cualquier otro de mis conocidos en lugar de como mi única relación en la que se basan todas las demás? ¿Por qué sigo buscando la popularidad, el respeto de los demás, el éxito, el aplauso y los placeres de los sentidos? ¿Por qué, Señor, me resulta tan difícil hacer de ti el único? ¿Por qué sigo dudando en entregarme por completo a ti?

Ayúdame, Señor, a dejar que muera mi antiguo yo, deja que renuncie a las miles de maneras, grandes y pequeñas, en que sigo construyendo mi falso yo y que deje de aferrarme a mis falsos deseos. Déjame renacer en ti y ver el mundo a través de ti, de la manera correcta, para que todas mis acciones, palabras y pensamientos puedan ser un himno de alabanza para ti.

Necesito tu gracia para recorrer este difícil camino que conduce a la muerte de mi antiguo yo y surgir a una nueva vida en ti y por ti. Sé y confío en que este es el camino a la libertad.

Señor, disipa mis recelos y ayúdame a convertirme en un amigo fiel.

Amén.