Querido Dios:
Dame ojos para ver y oídos para escuchar. Sé que hay luz en la oscuridad que todo lo renueva. Sé que hay nueva vida en el sufrimiento que abre una nueva tierra para mí. Sé que hay alegría tras la pena que rejuvenece mi corazón. Sí, Señor, sé que estás, que actúas, que amas y que eres de verdad Luz, Vida y Verdad. Las personas, el trabajo, los planes, los proyectos, las ideas, las reuniones, los edificios, los cuadros, la música y la literatura solo pueden darme verdadera alegría y paz cuando soy capaz de verlos como reflejos de tu presencia, de tu gloria, de tu Reino.
Ayúdame, pues, a ver y a oír. Permíteme conmoverme por lo que me muestras y lo que me dices, que tu mirada y tu oído se conviertan en mi guía en la vida y den sentido a mis preocupaciones.
Ayúdame a ver y oír lo verdadero, lo auténtico, y dame el valor para seguir desenmascarando las infinitas irrealidades que perturban a diario mi vida. Ahora te veo solo en un espejo, pero algún día, Señor, espero verte cara a cara.
Amén.
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