Estoy profundamente convencido de que solo podemos trabajar por la liberación del pueblo si lo amamos con intensidad. Y solo podemos amar al pueblo con intensidad cuando nos hacemos conscientes de los dones que tiene para nosotros. Estoy profundamente convencido de la importancia del cambio social y de la necesidad de trabajar duro para conseguir una sociedad justa y pacífica. Pero también siento que esta tarea solo puede hacerse en un espíritu de gratitud y alegría. Por eso cada vez estoy más seguro de la importancia de vivir en el Espíritu de Cristo resucitado. Cristo es el Dios que entró en solidaridad con nuestras aflicciones y se convirtió verdaderamente en un «Dios con nosotros». Fue su solidaridad la que le llevó a la cruz, por medio de la cual venció a la muerte y al mal. Creer en el Señor resucitado significa creer que en Cristo y a través de Cristo el Maligno ha sido derrotado y la muerte no tiene ya la última palabra. Para mí, trabajar por el cambio social significa hacer visible en el tiempo y en el espacio lo que ya se ha cumplido en principio por el mismo Dios. Esto hace posible luchar por un mundo mejor no por frustración, resentimiento, ira o hipocresía, sino por cariño, amor, perdón y gratitud.