Cuando amamos de verdad a Dios y compartimos su gloria, nuestras relaciones pierden su aspecto compulsivo. Nos abrimos a las personas no solo para recibir sus aseveraciones, sino también para permitirles que participen en el amor que hemos llegado a conocer por medio de Jesús. Por tanto, la verdadera amistad se convierte en una expresión de un amor más grande.
Es una tarea muy difícil recordarnos siempre unos a otros esta verdad, pero merece la pena el esfuerzo. El constante perdón mutuo y una continua apertura al amor de Dios son las disciplinas que nos permiten crecer juntos en la amistad.
Al apoyar económicamente a la Sociedad Henri Nouwen, nos apoya a ofrecer inspiración, consuelo y esperanza a personas alrededor del mundo. Gracias por tu generosidad y compañerismo.
