En nuestra cultura del utilitarismo, donde sufrimos de una compulsión colectiva a hacer cosas prácticas, útiles o serviciales y donde nos vemos obligados a hacer una contribución que nos dé la sensación de ser dignos, la oración contemplativa es una forma de crítica radical. No es ni útil ni práctica. Es simplemente pasar tiempo por Dios y con Dios. Hace un agujero en tu vida ajetreada y nos recuerda y recuerda a los demás que es Dios, y no nosotros, quien creó y quien sostiene el mundo.