Mientras escribía cartas hoy me he dado cuenta de que escribir cartas es una manera mucho más íntima de comunicarse que hacer llamadas telefónicas. Puede sonar extraño, pero a menudo me siento más cercano a los amigos a quienes escribo cartas que a los amigos con quienes hablo por teléfono.
Cuando escribo, pienso intensamente en mis amigos, oro por ellos, les cuento mis emociones y sentimientos. Reflexiono sobre nuestra relación, y estoy con ellos de una forma muy personal. Durante estos últimos meses he llegado a disfrutar cada vez más de escribir cartas. Al principio me suponía una tarea pesada, pero ahora es el momento de relajación del día. Es como interrumpir el trabajo para charlar con un amigo.
La belleza de escribir cartas reside en que profundiza la amistad y la hace más real. He descubierto también que escribir cartas me hace orar más específicamente por mis amigos. Por la mañana temprano dedico algo de tiempo a cada persona a la que he escrito y prometido mis plegarias.
Hoy me encuentro rodeado de mis amigos a los que escribo y por los que oro. Nuestro amor mutuo es muy preciso y vivificante. Gracias a Dios por las cartas, por aquellos que las envían y por aquellos que las reciben.
Al apoyar económicamente a la Sociedad Henri Nouwen, nos apoya a ofrecer inspiración, consuelo y esperanza a personas alrededor del mundo. Gracias por tu generosidad y compañerismo.
