De una cosa estoy seguro. Quejarse es «autoperpetuante» y contraproducente. Siempre que me lamento de algo con la esperanza de inspirar lástima y recibir así la satisfacción que tanto deseo, el resultado es el contrario del que intento conseguir. Es muy duro vivir con una persona que siempre se está quejando, y muy poca gente sabe cómo dar respuesta a las quejas de una persona que se rechaza a sí misma. Lo peor de todo es que, generalmente, la queja, una vez expresada, conduce a lo que quiere evitar: más rechazo […] Alegría y resentimiento no pueden coexistir.
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