«En la mente del principiante no surge el pensamiento: “He alcanzado algo”. Todos los pensamientos basados en el propio yo tienden a limitar la vasta mente. Cuando no se abriga ningún pensamiento de logro, ningún pensamiento del propio yo, es cuando uno llega a ser verdadero principiante. Entonces es cuando se puede aprender algo realmente. La mente del principiante es compasiva. Y, cuando la mente es compasiva, es infinita».

Me gustan estas palabras. También muy importantes para el Adviento. Abierta, libre, flexible, receptiva. Esa es la actitud que nos hace estar preparados. Soy consciente de que en el zen no esperas nada ni a nadie. Pero parece importante que los cristianos escuchen y se den cuenta de todas las cosas que dice Shunryu Suzuki a sus estudiantes. ¿No es una mente de principiante, una mente liberada del pensamiento «he alcanzado algo», una mente abierta a la gracia? ¿No es esa la mente de los niños, que se maravillan con todo lo que ven? ¿No es esa la mente que no está repleta de preocupaciones por el mañana, sino alerta y despierta en el momento presente?